Columnista del Wall Street Journal y nuevo proceso constitucional: Chile da una segunda vuelta al “suicidio nacional”
A través de una columna de opinión de Mary Anastasia O'Grady, el periódico criticó los procesos similares en América Latina y Europa.
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El periódico estadounidense The Wall Street Journal analizó, a través de una columna de opinión de Mary Anastaia O'Grady, el reciente plebiscito constitucional, donde la opción Rechazo se impuso con el 62% frente al Apruebo, que obtuvo un 38%,
Según O'Grady, la propuesta de nueva Constitución chilena tenía como objetivo expandir el poder del Estado, consagrar nuevos privilegios para intereses especiales y dividir el país en varias naciones. Su amplio rechazo, dice el medio, revela el apoyo popular en el país hacia la democracia liberal, la libertad individual y la igualdad ante la ley.
Sin embargo, "sería un error concluir que Chile ahora está a salvo de las depredaciones de los ideólogos antiliberales que escribieron y respaldaron la loca propuesta de los 388 artículos", dice la columna de opinión.
Agregó que los partidarios socialistas y comunistas que impulsaron el movimiento por una Nueva Constitución no van a desaparecer. Tampoco los socialdemócratas, quienes hicieron campaña contra el último borrador, pero siguen insistiendo en que se debe reescribir la carta de derechos del país.
La izquierda -centro y extrema- "querrá seguir repitiendo alguna versión del ejercicio que perdió la semana pasada hasta conseguir la garantía de un mayor estado de bienestar. Sí, podría ser menos malo que el primer borrador. Pero eso no es un voto de confianza", dice O'Grady.
Incógnita de un nuevo proceso
Para el mencionado medio de comunicación, el registro moderno de reescrituras constitucionales en América Latina es desastroso. "Es difícil pensar en un solo caso en el que el resultado no haya sido un modelo para un gobierno ilimitado asignado para ofrecer soluciones utópicas a todos los problemas humanos. Sin embargo, la centroderecha de Chile prometió seguir la farsa de darle un mulligan a la izquierda y ahora están estancados", afirmó.
No es lo que se acordó en el Artículo 142 de la enmienda de 2019 para permitir el proceso de reescritura. En referencia al texto final de la asamblea constituyente, dice: “Si se rechaza la pregunta planteada a los ciudadanos en el plebiscito ratificatorio, [la actual Constitución] seguirá vigente”. En otras palabras, el problema está muerto.
Sin embargo, el Congreso ya está trabajando en una nueva ley, y se saltará un referéndum respecto de si la nación todavía quiere una nueva Constitución. "Todo lo que les quedará a los socialistas es intentarlo una y otra vez hasta que sus ideales colectivistas estén escritos en la ley más alta del país", sostuvo la columna.
Antecedentes en Europa
De acuerdo al medio, existen muchos precedentes de esta estrategia de repeticiones perpetuas. La Constitución de la Unión Europea fue derrotada dos veces, por Francia y los Países Bajos, en los referéndums de 2005.
Cuando Irlanda lo rechazó en 2008, se hicieron cambios para abordar las preocupaciones irlandesas. Los países donde los votantes habían aprobado el documento anterior no organizaron nuevos referéndums. Solo se le pidió a la nación, que aún no había dado la respuesta correcta, que lo reconsiderara. Cuando los opositores irlandeses al tratado perdieron en el referéndum de 2009, la votación se detuvo.
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Izquierda en América Latina
El referéndum de 2016 en Colombia, que rechazó la amnistía del gobierno para los narcoterroristas de las FARC, fue anulado unilateralmente -según O'Grady- por el presidente Juan Manuel Santos, a pesar de que había prometido que el electorado tendría la última palabra. "Rápidamente llevó el acuerdo rechazado al Congreso, que él controlaba, movió algunas comas y lo selló. La élite política y económica de Colombia lo acompañó", añadió.
En 2006-2007 el presidente boliviano, Evo Morales, no tenía la mayoría necesaria de dos tercios dentro de la asamblea constituyente para llevar a referéndum el borrador de una nueva constitución socialista. Su solución fue trasladar la asamblea a otra ciudad boliviana y emplear la fuerza para mantener alejados a los miembros de la oposición durante la votación.
"El autor intelectual de esa toma de poder boliviana bajo el disfraz de la democracia es el exvicepresidente boliviano, Álvaro García Linera. La prensa chilena informa que el Presidente chileno, Gabriel Boric, es seguidor del marxista y exguerrillero boliviano", afirmó la columnista.
Constitución y reformas
El Sr. Boric y sus seguidores, dice la columnista, afirman que la Constitución actual "es un artefacto del Gobierno del general Augusto Pinochet y, por lo tanto, debe ser triturada. Pero ha sido fuertemente enmendado por gobiernos de centro-izquierda desde que el país volvió a la democracia hace 33 años".
En 2005, durante la presidencia de Ricardo Lagos, una gran revisión del documento acabó con los senadores vitalicios y los nombramientos senatoriales.
"Esto no es para minimizar las quejas del público sobre los subsidios de vejez inadecuados para aquellos que no trabajan en la economía formal o sobre el historial inferior del Estado en salud, educación y seguridad personal. La vida se ha vuelto más difícil con el Sr. Boric. Naturalmente, muchas personas quieren que el Gobierno les ayude", afirma O'Grady.
Agregó que, abrir la caja de pandora de la redacción de constituciones no es la forma de resolver estos problemas. Mejorar la situación de las personas requiere cambios nuevos e innovadores en las políticas públicas, que se realizan a través de la legislación.
"Algunos creen que prometer ofrecer una próxima vez era la única forma de ganar el 4 de septiembre y que los socialdemócratas pueden contener las pasiones del debilitado Boric y la extrema izquierda. Quizás. Pero el resultado más probable es un Chile menos libre y más populista, lo que dañará la movilidad económica y los niveles de vida", finalizó.